No les vamos a mentir, siempre está esa cuota de ilusión que traes con tu proyecto, al creer que es la mejor idea del mundo, o que estás por crear el próximo Uber o Facebook. Pero pronto, te topas con la realidad: cuando ya has desarrollado y avanzado con tu proyecto y te toca salir a mostrárselo al mundo real, y viene el golpe de realidad. Nadie quiere o le importa lo que estás creando.
Esto nos ha pasado y seguirá pasando a todos los emprendedores, no solo de Chile sino del mundo entero. Es parte de nuestra ansiedad emprendedora, nuestro ADN emprendedor. No nos juzguen por eso.
Al final, caída tras caída vas mejorando, aprendiendo en el camino. Buscas personas que han sido exitosas para ver que puedes rescatar de su experiencia, estudias un sin número de metodologías, herramientas para no volver a cometer los mismos errores. Y es verdad, vas mejorando, cada vez eres más cuidadoso al lanzarte en nuevo proyecto, pero también te vuelves más perfeccionista para no cometer el mismo error que antes. Y así una y otra vez el ciclo sigue. Hasta que un día, 1 de cada 10 emprendedores lo logra: logra crear algo que le sirva al mundo y vivir de ello.
Es a lo que toda/o emprendedor/a aspira. Y eso es lo lindo de emprender.
Tener a miles de mentes buscando crear algo que le sirva al mundo y compartirlo con ellos, y que eso les permita vivir la vida que siempre soñaron. Eso es emprender.
